Si bien, se cataloga como «Estilo normando», es una derivación del estilo orgánico que tanto gusta y que está muy de moda, ya que el reciclaje de muebles y la luminosidad marcan las tendencias de este año. Vemos que últimamente está muy de boga el uso de lo orgánico: pampas, palmas, flores preservadas, la madera…
En las comuniones ya hemos visto que se está usado mucho el blanco y el oro; en los bautizos se mezcla mucho el blanco con tonos tierra (beige o crema), y en las bodas, el estilo orgánico va ganando terreno.
Del mismo modo que el estilo industrial, esta expresión orgánica moderna de interiorismo surge en épocas anteriores y vuelve a ser ahora un gran reclamo estético en el diseño de interiores. En concreto, vio sus inicios en los años 30 y 40 cuando diferentes arquitectos, inspirados por el funcionalismo, integraron sus diseños en la naturaleza para crear composiciones de auténtico ensueño.
La armonía, el equilibrio y la comodidad del estilo orgánico moderno, en el que son protagonistas los espacios relajados, sustituyen el excesivo contraste de materiales y texturas propio de otros estilos como el Neotiki, en el que sobresalen los colores y estampados con tintes étnicos y tropicales.
En el caso de esta boda, la pareja buscaba una mesa clara, y el ramo de la novia estaba hecho con flores preservadas, por ello estrenamos esta mesa isabelina restaurada, jugando con el blanco y la madera vista. Las flores se concentraban en varios puntos estratégicos: un gran jarrón con un gran centro de cinerea y hojas de roble preservadas, acompañado de detalles florales como astromelias, margaritas, espigas… todo en burdeos; rompiendo la monotonía del blanco y aportando color.
Como la sala iba a estar a oscuras, por presidir la mesa la zona de barra libre y baile, la pareja decidió añadir algo de luz con nuestra cortina de luces.
Sin duda, un resultado bonito, elegante y sencillo.



